viernes, 6 de julio de 2007

Marlon



"Hay un antes y un después de Marlon Brando", declara el realizador Martin Scorsesse en el documental. "Pienso que es importante que las generaciones jóvenes vean sus películas por orden cronológico para sentir las emociones que explotaron con él en la pantalla". Brando es, en buena medida, toda una declaración de amor y de admiración por alguien del que su amigo Jack Nicholson, el único autorizado para intervenir en su funeral, dijo: "Todos somos hijos de Brando". Y si los actores se rinden ante su genio, -Al Pacino: "Él hacía lo que yo aspiro a hacer"; Jon Voight: "Marlon resultaba sensual, todo en él lo era, el modo en que cogía el gato, la manera de mover las manos", o Edward Norton: "Para mí, la más grande generación de actores como De Niro y Dustin Hoffman, Gene Hackman, Robert Duvall y Al Pacino, Morgan Freeman y Meryl Streep es producto de Brando"- los realizadores no le van a la zaga. La frase de Michael Winner que le dirigió en Los últimos juegos prohibidos (1971) lo resume todo. "Antes de Brando, los actores representaban personajes, después de Brando los vivían literalmente".

Descubierto en 1946 en Broadway por su papel en Trackline Cafe, un año después Tennesse Williams dió el visto bueno para que interpretara a Stanley Kowalski en el estreno teatral de Un tranvía llamado deseo. Brando retomó ese mismo papel en la adaptación cinematográfica que realizó Elia Kazan. Fue el comienzo de la gloria y del fervor. 39 películas, dos Oscars (La ley del silencio y El Padrino) y seis nominaciones de un hombre sexual, anárquico, airado y dolorido que sobrecogió al mundo.

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